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Archive for 16 de agosto de 2017

En espera.


 

 

Estoy en el aeropuerto, en espera de que aterrice el avión qué trae de regreso a mi hija que ha estado unos días en Alemania recibiendo unos cursos de formación que daba su empresa que tiene sucede allí.

Apenas hace un mes qué estaba aquí mismo en este aeropuerto, sentada como hoy también en espera, pero aquella vez era diferente, esperaba que fuera la hora en que el avión que mi otra hija debía tomar, abriera la puerta del control y se marchara rumbo a Sudáfrica.

Tengo dos hijas y apenas hace dos meses en casa éramos cinco personas que vivíamos a todo ritmo, desayunos, comidas, cenas, ropa por aquí, platos por allá, pero desde que mi hija pequeña se marchó a  Sudáfrica por cinco meses a estudiar, y la mayor empezó a trabajar mañana y tarde, la casa esta como si no hubiera nadie, la mayor se fue hace un par de semanas, pero incluso cuando está en casa, no sabemos nunca si estará para cenar o se ira, es ya independiente en estos temas, que no así en otros, hace mucho tiempo que no da explicaciones de su vida, y como yo tampoco soy una madre de las que controla o interroga a sus hijas pues la verdad es que se está en casa por la ropa que va dejando para lavar, porque necesita esto o aquello, pero poco más, así que ya veis, la vida va dando giros y en estos vaivenes yo casi me encuentro bien, liberada, como en un tránsito aún no sé a qué.

Pensé que me costaría mucho cortar el cordón invisible que se crea entre una madre y sus hijos una vez se ha cortado el real el que los une a ti en el vientre, pero de momento no está siendo tan difícil, es cuestión de prospectiva, ahora estoy un poco más libre de rutinas, pero al mismo tiempo paradójicamente estoy más atada a las obligaciones diarias, como la de cuidar a mí padre ya muy mayor y enfermo, cuidar de que mis dos perritas coman, tomen sus medicinas, salgan a hacer sus necesidades, quizás por eso he respondido tan bien a el corte del cordón umbilical imaginario qué sigue hasta el final de nuestras vidas uniéndonos a nuestros hijos, no sé, tal vez sean pequeños espacios libres que me concedo para ir acostumbrándome a la soledad forzada, a retomar momentos más largos con mi marido, quizás estos largos espacios juntos nos estén haciendo ver que solo quedaremos él y yo, y que debemos volver a pensar en pareja y no en padres, sé que nunca dejaremos de ser padres, no nos confundamos, pero también sé que ya mis hijas son mujeres, y que buscaran una pareja como hice yo en su momento, que formaran su familia en la que yo seré una parte muy importante pero fuera de su techo, fuera de ese control absoluto que sin quererlo ejercemos los padres, pues empieza esa nueva etapa que recorreremos todos de un modo u  otro modo, con más relax quizás, formando parte de sus vidas, pero empezando a vivir nuevamente la nuestra en pareja como hace tantos años.

No sé, quizás me sorprenda y en unos meses cuando mi hija pequeña regrese de Sudáfrica, vuelva a ser la misma, pero lo dudo, este continuo estar en espera, creo que será mi vida y la de mi marido de aquí en adelante.

Los  padres una vez soltamos los lazos de los hijos, solo nos queda ese estar en espera.

En espera de que sean felices, en espera de verlos de vez en cuando, en espera de que nuestra vida a pesar de los cambios continúe siendo parte importante de la de ellas, bueno, está bien estar en espera, así no perdemos las ganas de formar parte de algo nuevo, de algo diferente.

Bueno amigas, mientras esperamos los cambios de la vida os mando un fuerte abrazo, y espero como no, que os hayan servido mis reflexiones para analizar si vuestras vidas como las nuestras están en espera.

Conchi….

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